Inevitable [Aimi]

Recuerdo del primer mensaje :

Me quedé más tiempo en la facultad porque no quería regresar a casa todavía. Desde ese día me siento intranquilo. Quisiera decirle a alguien sobre lo que sucedió, pero no puedo por muchas razones. El otro día casi hablo con Ziba, pero presiento que lo tomará como una broma y no estoy muy de humor para eso. Quisiera más bien un consejo, pero sé que eso del amor a él no se le da.
Pensé en decirle  a Aimi, pero a ella no le agrada Kajsa. Es la única a quien le he contado más o menos lo que sucede con nosotros, aunque en realidad ella lo notó desde antes que yo pensara en contarle. Sé que tal vez me regañará, pero de verdad necesito sacar esto, tal vez de ese modo pueda dejar de darle tantas vueltas y me concentre en lo realmente importante.

Caminé en dirección a su trabajo, hoy sale un poco tarde del cine. Queda a unos 30 minutos a pie, pero necesito hacer tiempo hasta que llegue su hora de salida.
Saqué un cigarro y lo prendí. Estar pensando en Kajsa ha incrementado mi consumo. Ni siquiera me ha escrito. Siempre que volvíamos a vernos comenzaba a mandarme esos saludos formales, pero ahora nada. Pensé que con eso que sucedió tendría más razones para hacerlo, pero no. Y para mi maldita mala suerte, envié un mensaje preguntando como estaba y no obtuve respuesta. No puedo sentirme más estúpido.
-Debo avisarle a Aimi -le mandé un mensaje diciendo que estaba por allí, que si quería que camináramos juntos a casa. Es muy tarde, y sé que ella es un poco desorientada por la noche.

Terminé mi cigarro y guardé la colilla en la bolsa de mi pantalón, pero segundos después me arrepentí, y comencé a sacudir la bolsita.
-Demonios -al final boté la colilla en un contenedor cerca. De verdad necesito parar con esto.
Cuando vi que las personas comenzaron a salir, me acerqué a la entrada del personal.
-Hey -levanté la mano y le sonreí, y me acerqué- qué tal tu día -no debería sacar el tema de la nada. De hecho ni siquiera sé cómo comenzar a decirlo.

Nico:

-Debe ser porque son más jóvenes- no se me ocurre otro pretexto, la verdad sería decir “bueno es porque ya se dio cuenta de lo que siento por ti, y siempre me dice que me aleje de ti cada vez que me ve triste, pero no le hago caso” claro, suena perfecto para que se entienda la actitud de mi hermano, pero también ideal para arruinar nuestra amistad -Es un niño, seguro luego se le pasará- intento solo dejar zanjado el tema, no quiero seguir sobre eso, porque siento como si estuviera siendo interrogada.

-Si, si- obviamente mientras el siga sintiendo cosas por ella, yo seguiré con ese infantil titulo que le he puesto -ay, solo contesta- le digo ignorando su burla -un hombre normal… veamos, yo no sé como se confiesa un hombre normal, de hecho ni uno raro, nadie se me ha confesado, y mis referencias son las que pasan en televisión - explico para que sepa que mis expectativas tal vez son un poco exageradas en esos temas -vaya, todo eso sonó tan aburrido. Si alguien algún día se me declara, quiero que sea de la manera mas cursi que pueda existir, para compensar todas esas faltas de confesiones durante mi vida- me río pensando en aquello, pero seguro ni eso tendré. No sé realmente que es tan malo en mi.

Saco mi lengua ante su regaño por lo que he comido, no es que me interese cuidar mi figura, simplemente la comida no es una debilidad para mi.
Él tiene razón, yo he consentido demasiado a mi familia, quise que papá no se tuviera que preocupar por la casa porque era un completo desastre en todas las tareas, y he cuidado a mi hermano desde entonces, y lo he terminado consintiendo también.
No le doy importancia a sus manos en mi espalda, solo sigo lavando, pero cuando veo su rostro a un lado me detengo, siento mi corazón estallando en ese momento de emoción por tenerlo tan cerca.
-No, no hace falta, ya casi termino- retomo lo que hacia, a veces como ahora, el hace cosas que me sorprenden, pero no tardo demasiado en recobrar la compostura, después de tantos años de amistad es obvio que me he vuelto una experta en ocultar mis sentimientos. Realmente preferiría pedirle que se fuera, así podré borrar la sonrisa de mi rostro y podré soltar un poco de la pena que hay en mi corazón.
-Ya es tarde, deberías ir a casa- enjuago una taza y la dejo a un lado. Me comienzo a quitar los guantes y los dejo donde se pueden escurrir -¿o quieres hablar de algo más?- no me detengo, me muevo por la casa y tomo un cesto de ropa sucia que está en el baño y camino a donde está la lavadora.

Suelto un suspiro y dejo de darle vueltas al asunto de su hermano. Ella no dejará de mimarlo. Y yo no lo entiendo, no siento esa necesidad con los míos. Tal vez si ellos no tuvieran quién los ayudara, entonces sería ese hermano mayor cariñoso. Pero mis padres les dan la atención que necesitan.

Me reí un poco por la forma en que dijo sobre su poca experiencia.
-Es porque intimidas a los chicos -le sonreí recordando cómo los chicos nunca se atrevían a confesarse. Es demasiado amable, tanto que el rechazo dolería todavía más. Por eso es que, quienes gusábamos de ella, preferíamos permanecer como amigos o conocidos con los que podía platicar sin sentirse incómoda- eres muy exigente -me quejé- pero tampoco es como si lo hubiera planeado. En realidad, me mantuve al margen toda la noche, pero quedé atrapado en una situación incómoda, y entonces apareció ella -no puedo dar detalle sobre lo que oí. No es como si a Aimi le importen esas cosas, y no tiene relevancia como para chismear sobre eso.

-¿Estás segura? -nome gusta que trabaje tanto.Entiendo que quiere ayudar, pero además de tener dos empleos, e incluso 3, debe llegar a limpiar el desastre de su padre y hermano, y eso me deja un mal sabor de boca- oh, es cierto -me alejé de ella y rasqué mi cabeza. Debería irme, ella seguro quiere descansar. Pero la veo ir de aquí a allá, pienso que más bien soy un poco un estorbo- no, estoy bien, gracias -caminé a la sala y tomé mis cosas. Caminé hasta donde Aimi estaba para despedirme- gracias por la cena. Y gracias también por escucharme -me paré frente a ella y llevé mi mano a su cabeza- haré caso a tus consejos -no me gusta quejarme con ella porque tiene sus propios problemas, pero desde que conocí a Kajsa, no dejo de hablar sobre eso. Y es que Aimi tiene in increíble poder para sacarme las cosas, suerte que en el pasado nunca se dio cuenta de lo que sentía- buenas noches. Iré por ti el miércoles, salgo tarde de la facultad -caminé a la salida y antes de irme, me giré para saludarla y sonreír- no te desveles tanto -salí de su casa y cerré la puerta con cuidado.
Me siento todavía confundido, pero sacar lo que pensaba me hace sentir ligeramente más sereno.
Al pararme frente a casa saqué mi teléfono y fui a mi agenda, pero de nuevo, no fui capaz de borrar su número, y solo lo volví a guardar.

Me río un poco incrédula cuando dice que intimido a los chicos, se que no tengo la personalidad linda y tierna que le gusta a los hombres, siempre termino siendo como otro amigo más en el grupo.
-Mmm supongo que eso suena a una buena excusa- comento por lo de su declaración, y la verdad me alegra un poco, si él se hubiera propuesto hacerlo bien, probablemente ahora tendría a esa niña como su novia, y yo, no la verdad no soy muy buena tolerando la situación cuando tiene novia, por suerte tener tantos trabajos me da muchas excusas para evitarlo cuando anda con alguien.

Acepta irse, así que dejo lo que estoy haciendo. Cuando pone su mano en mi cabeza, yo levanto la mío y la pongo sobre la suya.
-Esfuérzate- digo como dandole ánimos mientras doy unas palmadas en su cabeza -Entonces te veo el miércoles- lo acompaño a la puerta -No, solo termino unas cosas y ya- muestro una gran sonrisa y levanto mi pulgar para que le quede seguridad de que no tardaré en ir a dormir.
Al cerrar la puerta regreso a la lavadora para seguir echando la ropa. Mientras lo hago mis ojos se nublan porque no dejo de pensar en que esa persona le gusta.
-Ai, quiero más- es la voz de mi hermano pero no termina de pedir lo que quiere- olvídalo- me dice de mala gana y luego de inclinarse para darme un beso en la cabeza comienza a caminar a la puerta -olvidé comprar una cosa que necesito ya vuelvo- es lo que me dice y yo solo asiento, no quiero hablar para que no se de cuenta de que estoy llorando.
En cuanto termino de echar la ropa me meto a mi habitación, y pongo una alarma para despertarme en un rato y echar la ropa a la secadora, pero así aprovecho para dormir un poco.

Me quedé un rato afuera. Aimi debe estar harta de escuchar mis problemas sobre Kajsa, porque me comporto como las personas que siempre he criticado. Pero a pesar de todo, me tiene la paciencia de siempre, y sus consejos nunca tratan de satisfacerme. Saber que tengo a mi lado una persona así de honesta, me hace sentir aliviado, y mejor. No sé qué haré si ella algún día decide estar con alguien más, porque al parecer tiene alguien que le interesa.
Son pensamientos egoístas, pero no puedo evitarlo.

Abrí la reja y antes de entrar, miré en dirección de donde vine para percatarme del chiquillo que estaba a unos pasos de mí.
-Oye tú.
-Buenas noches -saludé por simple educación. Sé que él es importante para ella- ¿pasa al-?
-Alejate ya de mi hermana
Lo miré confundido y un segundo después, sentí cómo me tambaleaba por su empujón. El enclenque puso bastante fuerza, pero no es eso lo que me molesta, sino la actitud.
-Qué diablos te pasa.
-¡Cállate! No te hagas el desentendido. Solo te aprovechas de ella porque sabes que siempre ha estado enamorada de ti. ¿Por qué no te largas con tu noviesita o lo que sea? ¡Ya deja a Aimi en paz!
Me dio otro empujón, pero no me importó esta vez y tampoco pude decir nada. Él se alejó molesto hacia su casa, y yo me quedé allí parado, con un rostro lleno de sorpresa.
Sus palabras se repiten una y otra vez. Y luego viene a mi mente la mirada de Aimi, sus acciones, la manera en que se expresa. Busco en mis memorias su recuerdo de cuando anduve con aquella chica, y la otra, y también de Kajsa.
-No puede ser -me quedé parado ahí sin poder moverme. Debo llamarla y aclarar… no, no puedo llamarla ahora. Puede que sea mentira, pero el mocoso no tiene razón para mentir- pero qué imbécil -siento cómo todo empieza a tener sentido. Hace un rato estaba triste, y su hermano comenzó aodiarme de un tiempo a la fecha.

-Nicolas -miré a la puerta y vi a mi madre de pie- ¿qué pasó? Escuché unos gritos -miré de nuevo a la casa de Aimi. Algo me dice que la llame, o que recorra esos pocos metros y me saque esa duda de la cabeza. Pero Aimi no es cualquier persona que pueda darme el lujo de perder, necesito… tengo que analizar bien todo.
-Nada, ya voy -entré a casa y le dije a mi madre que ya había cenado y seguí derecho a mi cuarto. Me tiré en la cama y miré al techo. Saqué mi teléfono y vi sus mensajes. Son siempre igual, y esta relación tiene tanto tiempo del mismo modo que no sé dónde empieza algo más. Y de nuevo sentí algo en mi estómago, como aquellas veces que la veía tan sonriente por las mañanas antes de ir a la escuela. O cuando me quedaba después a esperar que saliera de sus actividades del club. Son tantas cosas, y sentí cómo mi corazón palpitaba fuerte. No sé si es verdad o su hermano se le terminaron las neuronas. Pero no es la clase de chico que haga esa clase de bromas, mucho menos conmigo.
Entre tantos pensamientos cerré los ojos y terminé dormido. Estoy cansado,  y mis problemas solo se incrementaron.