Help me -Emi Fukui-

Recuerdo del primer mensaje :

¿Por qué duele tanto? Mi corazón se desmorona mientras mis pies me hacen alejarme de ese lugar. No puedo llegar a casa a sí o seguro papá hará un escándalo, además de que no quiero que se preocupe por mí, sólo es un corazón roto, Ivan está vivo y mientras esté vivo debería ser feliz y aun así duele demasiado. Las lagrimas no dejan de salir y la gente en la calle me mira, algunos seguro deben imaginar la razón, la mayoría me ignoran pero no falta alguno que me ofrezca su ayuda y sin embargo yo lo rechazo, no puedo simplemente confiar en un extraño.

Sacó mi celular, no quiero estar sola y necesito llamar a alguien, Kaede  no es confiable, eso me lo demostró hace algún tiempo y Momo-chan tampoco es una buena idea, esa niña aunque la adore es demasiado fría y seguro me hará sentir mal. Es entonces que veo su número mientras bajo por la agenda en búsqueda de quien podría ayudarme en estos momentos, Fuikui Emi. Hace poco que comencé a hablar con esa chica, no hace mucho que llego a la escuela y a pesar de ser alguien alegre parecía difícil acercarse ella, no obstante es alguien bastante agradable y que por alguna razón siento que alguien en quien puedo confiar.


Sin pensar demasiado marco su número, espero no molestarla –Emi-chan- digo con voz quebrada apenas contesto –Estoy en el parque cercano a la escuela. ¿Podrías venir? Necesito hablar con alguien, no quiero estar sola- por más que intento no sonar desesperada me es imposible. Saco un pañuelo y seco mi rostro, no quiero que nadie más que Emi se acerque a mí en este momento.

-No- su falta de modales hasta de los mas simples hacían que ahora aprender a hacer cosas tan simples como decir un "hola ¿como estas?" o un "nos vemos mañana" o cualquier cosa similar; le fuera casi imposible de hacer ahora -siempre se me olvidan esas cosas- admitió haciendo un gesto de niña traviesa pues en la escuela las monjas solían regañarla mucho por ese tipo de cosas.

-uuum, ya que- digo desanimada porque no podrían hacer un castillo, era como prometer un dulce y que no se lo dieran.

Su cabecit asintió con entusiasmo aceptando que el tiempo con su padre era el mas valioso que podría existir. Ella se emocionaba por ese día, todo un día juntos, donde el la abrazaría y acariciaría su cabeza, tal vez hasta le compraría uno de esos lindos vestidos que tanto le gustaban.
Los movimientos alegres y entusiastas de Emi se detuvieron en cuanto sintió aquella mano en su cabeza y se alejó con expresión seria de la chica. Sabía que no debía golpear a nadie o se metería en problemas y la ultimas vez que había pasado su papi se había enojado tanto con ella diciendo que necesitaba una mamá. Así que con una voluntad que solo le nacía con el propósito de complacer a su padre, ella contuvo de lanzar un manotazo para hacer que la otra retirara su mano.
-no lo estará, Emi sigue siendo muy mala hija, pero mejoró un poquito- explicó aun un poco seria por el anterior contacto -si Yuna Senpai ya no llora, ¿por que sigue tocando a Emi?- cuestionó la rubia llevando su mano a su cabeza a donde la mano de su superior había tocado.

Por momentos resulta difícil el hablar con Emi, más cuando sólo responde con negaciones, por momentos eso me hace sentir un poco mal, ya que aunque se comporte de esa manera con todos, eso significa que aún no confía completamente en mí y que probablemente seguimos siendo amigas debido a mi propia insistencia –No deberías ser así Emi, ya no eres tan pequeña y la gente siempre juzga esas cosas- le digo un poco desanimada por mis propios pensamientos, además ella debe comprender que la sociedad en que vivimos pode ser bastante cruel y no acepta más que la “perfección”.

-En verdad lo siento- detesto quedar mal, y más cuando parece afectarle tanto que no pueda cumplir con lo que le he dicho –podemos ir a buscar agua y algo en que traerla- propongo esperando que no se niegue nuevamente.

Todo parecía ir muy bien hasta que ella se aleja y me mira de esa manera como si quisiera golpearme o algo así, ella lo hizo hace un rato y por eso no creí que le molestara que lo hiciera
-Yo no creo que Emi sea una mala hija. Desconozco tantas cosas de ti y de tu relación con tu padre pero si él no te quisiera y no estuviera feliz contigo no te daría todo lo que te da, por eso cada pequeña cosa que haces bien o mejor lo hace sentir orgulloso – no me gusta verla enojada, porque siento que es mi culpa y no quiero que se aleje de mí, sólo por eso.
-Porque Emi me agrada, por eso lo hago. Porque para mí es importante el contacto con la gente que quiero, porque eres mi amiga- y ya no se me ocurren más razones, hay sentimientos que simplemente no se pueden explicar.

Emi solo se encogió de hombros, realmente no le importaba si le consideraban grosera, sus amigas de clase se había acostumbrado a su fría manera de simplemente irse y dejarlas y que al siguiente días les hablara sin siquiera soltar un saludo.

Primero esa chica decía que no se podría porque no había agua y ahora quería ir a buscarla.
-prefiero ir a los columpios- digo la joven solo olvidando casi de inmediato la decepción de hace un rato. Emi era así, sus emociones se le pasaban con mucha facilidad, estar triste por culpa de la arena le parecía un sin sentido.

-¿Lo conoces?- pregunto Emi confundida, ¿como podía Yuna explicarle como era su padre? ella no le conocía, la sola idea de que alguien pudiera conocerlo mas que ella le hacía sentir enojada, pero era imposible, su padre nunca iba mucho a la escuela, no podían conocerse...
En otro tiempo Emi habría ignorado la aparente necesidad de Yuna por tocar a otros, ella estaba acostumbrada a ser tocada y le daría igual, pero ya no era lo que en el pasado, ya no tenía que dejar que todos la tocaran solo porque era su deber dejarlos. Ahora podía negarse.
-Para Emi es importante el no contacto- Emi pese a su edad era realmente una niña, las que se decían sus amigas en la escuela la trataban mas como una mascota cara que es lindo tener a tu lado, pero realmente no se preocupaban por saber cosas de ella o de explicarle nada, aveces incluso ignoraban sus preguntas, así que le parecía nuevo que una chica quisiera hablar tanto con ella, porque las pocas que lo habían intentado terminaban desesperadas.
-¿quieres ir a los columpios?- sugirió pero en realidad no espero una respuesta, solo giró para ir a aquellos juegos.

Definitivamente Emi es una chica bastante complicada, pero en parte me recuerda a cuando Momo llegó a la casa, ella también era rebelde y aun continúa siendo un poco fría, ahora que me doy cuenta son tan parecidas; ahora estoy más convencida que antes sobre no rendirme con ella.

Soltó un suspiro Emi se comporta como una niña pequeña, no comprendo la razón pero pronto tendrá que retomar ese salto a la vida adulta o sufrirá mucho, después de todo crear esa burbuja para protegerse tampoco es seguro.
-Entonces vayamos a los columpios- los buscó con la mirada, hasta que al fin los encuentro, hace años que no me subo a ellos.

Me extraña su pregunta así que ladeo mi cabeza un poco, no estoy segura siquiera de haberlo visto –No lo conozco- le digo con voz calmada, Emi parece asustarse fácilmente, es como un animalito pequeño que ha sido alejado de su madre o esa impresión me da –Pero la mayoría de los papás son muy parecidos, todos ellos por muy estrictos que parezcan nos aman demasiado y aunque no lo demuestren cada pequeña cosa que hacemos es motivo de orgullo para ellos aunque no nos lo digan- eso he aprendido con Arata-san, aunque no conocí a mi verdadero padre, él me ha enseñado que no hay necesidad de un lazo de sangre para ser un verdadero padre.

-Comprendo- asiento con una sonrisa, si quiero acercarme a Emi, lo mejor será hacerlo con calma y ganarme su confianza poco a poco –No te volveré a tocar Emi. Hace un momento me sentía muy triste y tú me ayudaste, y te lo agradezco mucho, así que no volveré a tocarte hasta que tú me des permiso – mantengo mi distancia para no incomodarla más de lo que he hecho ya.

-Vamos- sin siquiera esperarme ella ha echado a correr, sólo niego un poco y sonrío divertida, para al poco tiempo empezar a reír –Espera Emi, yo también quiero subir a los columpios- corro detrás de ella, olvidando por un momento el dolor que hace un rato sentía y que tardará un tiempo en aliviarse.

Emi dudo un momento y se cuestionó el por qué alguien hablaría de su padre desde la absoluta ignorancia. Ella desconocía lo que era el amor de un padre a una hija, el mismo Takumi se lo había explicado, pero ella seguía sin entender el porque un padre y su hija. De ahí en fuera para Emi solo existían las cosas que complacían a su padre y las que no. Ella casi nunca lograba hacer cosas que a él le gustarán.
-Papi no es como la mayoría- declaró con recelos, nadie en el mundo podría parecerse a su adorado padre.

Llegó al lugar donde esperaba ir, y se subió a uno de ellos y comenzó a mecerse con bastante energía y a reír un poco emocionada.
Se divirtió jugando un rato hasta que el columpio se volvió algo aburrido y simplemente se lanzó al suelo cuando el columpio se movía hacia enfrente. Cayó de pie y trastabillo un poco.
-¿es tarde?- cuestiono la rubia pues sabía que si su padre llegaba antes que ella entonces seguro la castigaría -papi castigará a Emi por salir sin permiso- explicó un poco preocupada, no por el hecho de ser castigada, para ella los castigos no eran algo que le asustara, pero si tenía miedo de ver la cara triste de su papá, ¿Y si por eso de verdad le conseguía una mamá?

Finalmente mi sonrisa se ha borrado y dejo ver en la expresión de mi rostro la frustración que me provoca la actitud de Emi, me pregunto si Arata-san habrá pasado por lo mismo cuando me conoció, como sea no la voy a dejar sola, nada más porque que no se comporta como cualquier chica de nuestra edad
-No me refiero a eso Emi, sé que para ti tu papá es único, a lo que me refiero es que para todos los padres sus hijas son especiales- le digo esperando me entienda está vez.

No hay duda que está chica es como una niña pequeña, así que sólo la dejo ser feliz, no pretendo parecer una margada junto a ella y tampoco es que me interese lo que piense la gente a mi alrededor, simplemente es que me trae recuerdos y no puedo evitar ponerme triste, ya que todo lo que recuerdo de mi madre es justo durante mi infancia.
Veo a la chica caer del columpio y yo sólo me detengo, ya que apenas me mecía con suavidad –Tarde- saco mi celular para confirmar la hora –Ya es un poco tarde- le sorprendía que su padre o hermana no le hubieran llamado ya – ¿No pediste permiso?- la miró sorprendida, aunque yo tampoco lo hice así que debería volver pronto también.
-Llamaré a mi padre para que mande al chófer o a su asistente, ¿Quieres que te lleve a casa?- si no ha pedido permiso supongo que será mejor llevarla, no me gustaría dejarla ir sola.

-¿y todos los papás son iguales?- para Emi eso no tenía sentido, tal vez para su cabeza sería mejor pensar que era así, pero no podía, había vivido todas su vida rodeada de hombres, todos aunque buscaban prácticamente lo mismo en ella, siempre eran diferentes, muchos parecidos entre si, pero nunca iguales, incluso había los que solo les gustaba ir a verla y llevarle regalos.

Ella negó con la cabeza a aquella pregunta.
-no estaba en casa, así que solo salí- explicó girándose para mirar por donde había llegado. Emi volvió a negar con un movimiento. Sabía que si su papi se enteraba que ella había salido sin permiso se enojaría y no quería que el se enojara con ella.
-me voy- declaró con una dulce sonrisa y sin mas comenzó a dar saltitos para alejarse, como era normal en ella no se preocupo en despedirse, ¿para que iba a hacerlo si vería  a Yuna en la escuela?

Al llegar a su casa se miró en el espejo, notó su vestido sucio y sus rodillas un poco lastimadas por la arena, no le dio importancia a su piel, pero se cambió de ropa para recibir a su padre luciendo tan bonita como le fuera posible.