Okay, not. [Kajsa]

La temporada está algo calurosa, aún así hay días en que el viento se vuelve frío, y la noche adornada de estrellas empieza a helar, ese humo que sale por la boca de las personas nocturnas, unas intencionales y el resto, como yo, obligadas a ello.
Desafortunadamente para mi son los días más ajetreados en el trabajo, es normal que a la gente le encante tomar café en temporada fría, aunque de cualquier forma en días soleados vienen a consumir helado. En mis primeros días de trabajo me obligaba a sonreír, me veía tan plástico que opté por solo ser educado, me fastidia, pero me pagan por ello, es un trato bastante justo. No me gusta mi trabajo, podría decir que ni mi casa, el colegio solo en ocasiones ya que disfruto lo que aprendo, pero la gente me exaspera. No hay algo que realmente disfrute, hay cosas que me gustan pero la mayoría me desgasta y ni siquiera comprendo por qué. Solo quiero terminar de estudiar e irme de allí.

Mientras me encargo de limpiar una de las mesas escucho unos murmullos de un par de chicas a mi derecha, ¿por qué las mujeres son tan indiscretas?, chismosas y superficiales. No, todas las personas son así, muy simplones y engreídos.  Y me acerco por un llamado de alguna sin hacer contacto directo, prefiero mirar el marmol de la mesa antes que interesarme en sus rostros. Educadamente tomé una más de sus órdenes y me fui a la cocina a encargarla, tengo ganas de fumar.
-¿Serán ellas? no, eran otro grupo -he murmurado para mi, no me llevo muy bien con mis compañeros y mi jefe es muy imparcial para entablar una conversación conmigo, alguien que no lo desea. Últimamente he recibido “obsequios” de alguna chica, por la fachada de este parecen costosos, y me molesta, la gente rica es la que más me molesta.
Recogi el platillo de las chicas y lo lleve a su mesa, después me alejo hasta la barra, siguen llegando más chicas. Oh, creo que eran ellas, pero no sé cuál sea, aunque no hace diferencia, de conocerla solo quisiera hacerle saber que esa actitud me molesta.

Yo saliendo de clases tan tarde, es algo nuevo. Este semestre mi horario lo he hecho diferente, mis horarios son mas dispersos, así que paso casi todo el día fuera de mi casa.
Me cuelgo mi mochila al hombre y comienzo a caminar pasa salir de la facultad. Mis amigas hablan sobre a donde iremos, pero a mi me da igual, yo ya lo he decidido, así que solo camino con aquel rumbo.
-¿por que siempre vamos ahí?- pregunta una de ellas en un tono molesto
-porque me gusta- declaro dando por zanjado el tema. Además no importa cuanto se quejen ellas solo me seguirán al final de cuentas.
La verdad el lugar no es para nada de mi gusto, es muy promedio, muy pequeño y tan... aburrido, pero él trabaja ahí. Hoy no he podido verlo, así que aunque el lugar no es mi favorito, por él puedo solo olvidarme de ello.

Cuando llegamos al lugar lo alcanzo a ver de inmediato, pero en cambio los ojos de él no me miran, es como si fuera el único hombre que jamás puede mirarme. Aun así yo siento esas mariposas salvajes en mi estomago y sonrío. Camino a la mesa de siempre pero esta ocupada por un desagradable grupo de chicas, solo hay que ver sus ropas para sentir pena por su pésimo gusto. Pero eso pasa a segundo plano cuando descubro que las pocas mesas que él atiende están ocupadas. Termino sentada en otra mesa, donde al menos puedo verlo.
-una soda de durazno- digo al mesero sin siquiera mirarle un poco.
-este lugar es tan... ¿por que te gusta tanto?- me pregunta una de las chicas pero otra de ellas me gana a contestar -¿no has visto a los meseros? yo por eso acepto venir siempre- dice soltando una risa coqueta que solo me hace girar los ojos con molestia, ellas hacen tanto ruido que ni siquiera me dejan disfrutar de este momento.
Cuando llegan las cosas que hemos pedido, doy un par de tragos, mi atención pasa de la platica con mis amigas, mirar a Takabe. Y así continuo hasta que alguien obstruye el paso a mi mirada.
Mis ojos recorren a ese sujeto hasta encontrar su cara.
-hola- saluda con coquetería y mis amigas rien como si un hombre jamás les hubiera hablado.
-estorbas- digo apoyando en el respaldo del asiento y cruzándome de brazos.
El tipo es apuesto, pero me parece tan aburrido y sin gracia. Dice que nos invitará a una fiesta, y mi lanza esa desagradable mirada. Yo solo le ignoro o al menos lo intento, hasta que toma mi mano exigiendo que le ponga atención.
-¡suelta me idiota!- le grito poniéndome de pie y con mi mano libre dando un manotazo a mi soda que termina mojándole la ropa y cayendo al suelo quebrándose.

Al ver el ostentoso grupo llegar tengo la suerte de no ser yo quien debe atenderlas, en cambio es ese chico que es el único que no capta lo molesto que me resulta estar platicando forzosamente con alguien durante el trabajo.
-Ya llegó “La princesa” -dice riendo mientras se aproxima a ellas con esa sonrisita que deja ver lo encantado que está con el físico de ellas. no sé a quién se refiere exactamente, todas lucen como muñecas delicadas salidas de una fina tienda. Y no, no me cuesta aceptar que son atractivas, pero ¿cómo decirlo?, no me parece gran cosa, el aspecto físico no depende de tí mismo, no veo por qué acreditarse de unos ojos hermosos o un cabello perfecto si es la genética quien te lo ha otorgado. Claro, también está esa parte del estilo, pero yo no lo sé, visto con lo que me acomode porque tampoco es como si comprara mucha ropa y fuera alguien a la moda.

Tomo otra orden de las mesas y espero junto a la barra a que alguien más necesite de mi servicio, mientras ayudo al gerente y dueño a ordenar algunos recibos.
De repente un ruido hace que no solo yo, también el resto del personal y algunos clientes giren la vista hasta la mesa de las señoritas. Parece una riña amorosa, un chico se comporta insistente y mi compañero se acerca para pedirles un poco de discreción.
-Nico, ve -qué fastidio, el mesero es totalmente burlado por ese chico prepotente y termina sucio de ese mandil que llevamos sobre el uniforme.
-Disculpe -ya cerca de ellos hago una ligera reverencia y ofrezco a mi compañero un paño para limpiar lo salpicado en sus mangas- ¿podría por favor no atosigar a nuestra clientela?, si tiene algún conflicto personal le pido lo resuelva fuera del establecimiento -me he inclinado de nuevo en forma de disculpa, aunque odio esto, en primer lugar él ofendió a mi compañero y este insensato protocolo se lleva un poco de mi dignidad. Y para empeorar las cosas ese tipo solo sigue hablando, ha dicho algo referente a su nombre y esas cosas que utilizan los ricos como argumento cuando carecen de educación y fundamentos. Al final se retira y me giro a las chicas para pedir una disculpa, el otro mesero me hace llegar un recogedor de mano y una escobilla para recoger el vaso en el suelo. Me agacho a este y al levantar la vista después de limpiar el desastre me encuentro con los ojos grises de la chica de cabello largo. Me quedo quieto un par de segundos y sin cambiar de expresión regreso detrás de la cocina para tirar los restos, ya el otro tipo se encargará de limpiar apropiadamente.

Extraño, no había prestado atención a ninguna, pero tiene ojos bonitos. Pero eso no es gran cosas, solo es una niña rica bendecida en más de un aspecto.

El sujeto me lastima de la muñeca, parece que lo he hecho enojar, pero aun así no me muestro atemorizada, pero la verdad es que empieza a doler y hago un gesto de dolor.
El mesero que nos atendía se acerca a ayudarnos, y al menos logra que ese molesto hombre me suelte. Quiero tallar mi mano pero no lo hago, solo le miro molesta, y mas aun cuando termina ensuciando al otro chico. Ni siquiera yo hago ese tipo de cosas.

Lo peor llega cuando Takabe se acerca a ayudar, pero el solo dice eso, ¿de verdad piensa que este molesto hombre y yo podemos tener algo personal que arreglar? Estaba feliz de pensar que el venía a salvarme, pero no es así, ni siquiera me mira.
He quedado como en shock por eso y termino solo sentándome, envuelvo mi muñeca con mi otra mano y miro a Takabe mientras levanta las cosas.
Creo que sus ojos me miran por primera vez, y siento como si el tiempo se detuviera, ¿realmente por fin me mira? yo que desde la primera vez lo noté y no pude dejar de querer mirarlo de nuevo. No entiendo porque él no puede mirarme a mi, soy una mujer hermosa, ¿por que me siento tan insignificante ante él?
No se cuanto nos hemos mirado pero solo no puedo seguir haciéndolo, siento ese sonrojo en mi, pero al parecer no ha sido nada de tiempo, porque mis amigas apenas están comenzando a consolarme.
-me voy- digo de repente, saco de mi mochila un par de billetes para pagar por lo roto y seguro mas que eso. No espero a que mis amigas me sigan, no las necesito ahora.
Solo camino con prisa con mi muñeca aun protegida por mi mano.
-ni siquiera lo conozco, ¿por que piensa eso?- reclamo deteniendo mi paso, veo una de esas maquinas expendedoras y me acerco, pues tiene de esas latas de café que tanto me gustan, así que saco una. Se siente tibia así que la pongo sobre mi muñeca -debo decirle- solo vuelvo sobre mis pasos pero no entro, solo me quedo en la esquina con la lata en mi mano.

Ya ha oscurecido y comienza a bajar la temperatura, pero yo solo sigo esperando a verlo de nuevo. Y mientras mas pasan los minutos mas nerviosa me siento, tal vez no debería hacerlo. Pero no quiero que el piense algo así de mi, no quiero nuestro primer contacto se manche por una absurda confusión.
-gracias... no no, gracias por lo de hace rato- comienzo a practicar la manera en que iniciaré una platica con él, pero incluso solo practicar me pone muy nerviosa.

Después del incidente la tarde pasa muy tranquila, entre atender clientes y ayudar a limpiar las mesas el tiempo se va volando. Pero me siento cansado, no estoy en temporada de exámenes pero debo regresar pronto a casa para adelantar la maqueta que tengo que entregar la siguiente semana, al menos el pago de este mes me ha rendido más que el anterior, el venir en bicicleta me sirve para ahorrar dinero y distraerme, es más fácil para mi e incluso agradable.
Terminamos el aseo e hicimos unas cuentas con el dueño, no hablo mucho con él, puedo decir que me agrada tal vez porque no insiste en ser mi amigo, y nuestra relación empleado-gerente funciona por eso, además de por llevar más tiempo que todos aquí me tiene una especie de confianza. Después de terminar puse mi uniforme en el casillero y recogí mi mochila con mis cosas, siempre soy el último en irme y hoy no fue la excepción. Saqué la llave de la cadena de mi bicicleta y salí por el pasillo lateral de la tienda.

-Qué cansancio… -giré mi cabeza a un lado y tallé mi cuello, luego me propuse a caminar hacia mi bicicleta, hace frío. Quito la cadena del tubo y no subo a ella, solo camino fuera del callejón y tal vez más, esta avenida no me gusta abordarla, solo en esos casos extremos donde llevo prisa.
Noté a alguien en la esquina, esa chica es muy llamativa, sumando el echo de que está hablando sola, qué pesado, tengo que pasar cerca de ella.

No me gusta ser mal educado, pero tampoco quiero saludarla. Para empezar ¿qué hace ahí?, es algo tarde para que una señorita de su clase ande por aquí, está pidiendo a gritos que la asalten dada la pinta que tiene.
-Buenas noches -terminé saludando sin prestar mucha atención a si respondía cuando pasé junto a ella, mi caminar es lento ya que llevo la bicicleta en mano. Tengo que llegar a preparar la cena, mi madre no está en casa y mi padre seguro no ha llegado, ese par debería ser más útil. O tal vez si les llevo algo del mini super… sí, creo que haré eso, así aprovecho el tiempo para lo que realmente me importa.

No estoy segura si el dolor en mi muñeca se ha esfumado o solo se me ha olvidado por tanto esperar. Es que no se que pasa conmigo, ni siquiera debería estar aquí, es tarde, y esperar a que salga, eso es una locura. Me asusto un poca cada vez que alguien pasa por la calle y mas cuando me miran. No he llamado a casa para avisar nada, así que deben pesar que he quedado con alguna de mis amigas para ir a alguna fiesta.

Por fin veo que comienzan a salir los empleados y mas de uno me mira con cara de no entender y yo solo evito que nuestros ojos se encuentren, no quiero que se crean con el derecho de iniciar una conversación conmigo.
Sigo apretando la lata de café en mis manos, ya no esta caliente como hace rato, ahora apenas y se siente tibia a causa de mi propia temperatura corporal.
Takabe solo no sale, y cuando veo a otro de los empleados salir me acerco a él.
-buenas noches- digo con un poco de timidez, y el me mira confuso -Takabe ¿él ya se fue?- pregunto sin atrever a mirar al chico a los ojos, me siento tan rara haciendo todo esto. Siempre me muestro como una persona muy segura ante las personas, mas cuando mis amigas observan, pero ahora me siento tan pequeña y asustada.
El solo niega y suelta una explicación, pero eso es lo de menos, lo que importa es que aun no se va. Así que por primera vez miro al chico con una sonrisa en mi rostro.
-gracias- le digo con un poco de emoción y ternura, y tal vez su fuera una persona mas observadora podría notar ese sonrojo que el chico ha mostrado, pero luego de una pequeña reverencia me alejo para volver a esperar.

Me dedico a practicar mas formas en que podría hablar con Takabe, y estoy tan perdida en eso que al final no me doy cuenta de cuando sale.
-buenas noches- contesto por inercia hasta que me paro en seco y giro de inmediato para mirar como él ahora se aleja a paso lento de mi.
-Takabe- le llamo de inmediato porque solo veo que poco a poco se aleja mas. No a avanzado mucho pero aun así corro para alcanzarle: No soy para nada una deportista, así que solo unos metros corriendo me hacer agitar la respiración y ese humo blanco sale por mi boca a causa del clima. Aun agitada levanto mi rostro para mirarle ¿y ahora que digo? se me ha olvidado todo  -to... toma- digo estirando mis brazos mientras hago una reverencia un poco exagerada, algo nada normal en mi. Mis brazos están estirados con la lata en mis manos.

¿Estará algún puesto de comida abierto?, no traigo mucho dinero pero alcanzaré a comprar algo para los tres, si llevo algo del mini super el menor va a quejarse como el diablo y luego mi madre empezará de molesta, creo que al menos Miki es más comprensivo, pero igual debería ocuparse de lo suyo, no soy su madre. Ya no veo el día en que pueda irme, pero las rentas son tan caras, encima no he terminado la escuela, todavía me queda un buen rato. Si ahorro lo suficiente… pero a veces mis ahorros se va en los proyectos de la universidad. Estoy cansado, por ahora debería empezar a buscar donde ejercer.
Ladeo mi cuello y me detengo un poco para dar un ligero masaje en esa zona, suelto un bostezo y de nuevo empiezo a caminar. Apenas doy tres pasos cuando escucho una voz llamarme, si hubiera sido un saludo cualquiera me daría el lujo de ignorarlo, pero me ha llamado personalmente.

-¿Sí? –me giro a ver a la chica que me llama, es la de esta tarde, imposible no recordarla, además ella y sus amigas son clientes frecuentes. Veo la lata en sus manos y ese ademán exagerado, espero que no se note mi expresión de disgusto– mmm… ¿puedo saber por qué? –lo más seguro es que sea por lo de esta tarde, pero eso era mi trabajo, no es como si la hubiera rescatado a ella o a sus amigas. ¿Qué hago?, no la conozco pero puede ir a quejarse con mi jefe, es solo una lata de café. Por otra parte si la tomo puede que lo malinterprete, y eso sería todavía más problemático. Ni siquiera decir que no me gusta, amo el café- Gracias –estiro la mano para tomar la lata y  de nuevo agarro la bicicleta, apoyando la lata sobre el manubrio. ¿Ahora qué?- Bueno, adiós –espero que no quiera algo más, estoy ocupado y a decir verdad me molestan este tipo de tratos, creo que si lo hiciera como algo espontaneo sería una forma de agradecer, pero ahora sobra. Y me pregunto ¿le habrá dado también una a aquel chico?, debería, él se llevó la peor parte. No sé, no quiero preguntar, solo quiero llegar a casa y aprovechar mi tiempo.

El se detiene y me mira, solo es tan perfecto, como me gustaría poder verlo sonreír mientras me mira. Siento que mi cara arde un poco, no se si por el clima, por estar hablando con él o que se yo. Jalo mucho aire para llenar mis pulmones y tener el valor de enfrentarlo. Me vuelvo a ergir y él hace esa pregunta. ¿Como le contesto? ¿por que me salí del plan? Solo tenía que esperarlo, saludarlo, darle el café y decirle gracias y que ese sujeto y yo no tenemos anda que ver, ese era el plan, pero me distraje y ahora no se como hacerlo, mi hermana es una chica más espontanea, seguro que ella no sería tan tonta como yo en esto.
Llevo mi mano a mi nuca y acaricio el collar en mi cuello, me siento tan nerviosa.
-porque yo… quería dar agradecer lo de esta tarde- no tengo otra explicación, si digo algo más creo que solo terminaré siendo demasiado obvia y sonaría a una confesión. No me atrevo a mirarlo, mis ojos solo miran la lata que aún sigue en mis manos, no la va a aceptar… me comienzo a sentir asustada y con un nudo en mi garganta. Pero el acepta la lata y levanto mis ojos por fin para mirarle, pero el contacto no dura ni siquiera un segundo porque el esta retomando de nuevo su camino.
-adios- digo desanimada mirando solo su espalda. Me abrazo a mi misma y solo comienzo a caminar uno par de metros detrás de él. Nada salió como lo esperaba, y él solo se ha portado tan normal, como siempre.

Me siento herida y eso que ni siquiera he sido rechazada. Levanto la mirada y lo vuelvo a ver, ni siquiera le pude decir que no tengo una relación con aquel chico. Solo cierro mis puños y comienzo a caminar más rápido, concluso lo adelanto pues mi orgullo no me permite solo ir caminado detrás de él, solo quiero irme y dejar de verlo, porque me siento una tonta. Acelero mi paso y camino con toda la dignidad que tengo, sin siquiera dirigir una mirada hacia atrás, pero tanta es mi desesperación por escapar que mis pies se enredan, tratabulleo para no caer al suelo, pero termino pisando mal y sintiendo un dolor agudo en mi pie, así que mis intentos por mantenerme de pie, fallan y caigo al suelo. El dolor punzante en mi tobillo hace que ignore el ardor en mi rodilla y en las plantas de mis manos, las cuales he metido para detener la caída.

Entonces era por eso, bueno, lo normal, supongo, aunque no tenía que hacerlo, creo que cualquiera sabría que un empleado está obligado a cumplir esas normas para comodidad de sus clientes, aunque explicarlo está de más si acepto esa lata, y tampoco es como si deba tomarlo demasiado personal.
-Está bien, aunque no era necesario, pero gracias –si fuera uno de mis compañeros seguro brincaría de la emoción, que una chica linda te regale algo resulta algún tipo de logro para la mayoría de los hombres, pero es ridículo, se supone que tendría que ser así sólo si la persona en verdad te interesa o al menos te gusta un poco, no porque cualquier chica bonita lo haga. Qué pereza, lo analizo de más.
Hago un ademán cuando se despide y sigo caminando despacio, al menos es comprensiva y no me hace quedarme más tiempo. Ahora que lo pienso, hubo un par de chicas que esperaron al final para darme obsequios de la nada, la primera me daba jugo de mango, y como lo odio lo rechacé de inmediato, luego la otra comenzó a hablar sin parar y me hacía casi imposible irme, me retuvo al menos una hora, dios, esa niña sí que fue pesada todo para concluir que no era lo que ella esperaba. No es mi culpa que solo te fijes en el físico, niña tonta.
Suelto un suspiro y escucho delante de mi un quejido, ni siquiera noté cuando ella pasó junto a mi pero ahora la veo tirada y sería descortés pasar de largo. Suelto otro suspiro más largo y bajo mi bicicleta al suelo, al hacerlo puedo notar sus piernas descubiertas así que solo desvió la vista y me levanto para ir junto a ella.
-¿Te lastimaste mucho? –me agacho de nuevo a su lado para ver si está bien, tiene sus manos raspadas, no es mucho pero en su piel perfecta se nota bastante ese color rojo- ¿quieres que te ayude a levantarte? –parece incómoda y su cara lo refleja, y yo que pensaba llegar rápido a casa.

Este definitivamente es el peor día de mi vida, primero ese tipo repelente que se sintió digno de tener mi atención, y que no debe ser nadie porque ni siquiera su apellido me sonó familiar. Y luego estoy en el suelo, con un horrible dolor en mi tobillo, y mientras pasan los segundos solo me doy cuenta de que me duelen más partes. Quiero llorar y que Karin venga y me diga que no pasa nada. Pese a que yo soy la mayor eso se nota pocas veces por la clase de relación que mantenemos.

Mis ojos llorosos miran a Takabe que de nuevo está frente a mi. Mi labio inferior tiembla un poco por el dolor cuando trato de moverme.
-si- contesto sin dudar -mi tobillo me duele- me quejo y luego estiro mis manos para que las vea -mis manos también- digo lo obvio y veo entonces también mi rodilla -y mi rodilla y estoy sucia- comento entre quejidos, yo no soy de las personas que toleran bien el dolor, así que aunque no estoy llorando como una niña, las lágrimas se me escapan por el dolor que siento.
-si- contesto asintiendo con mi cabeza y estirando mis brazos hacia él, como si esperara que me levantada cual niña pequeña del suelo.
El pensar que el me va a ayudar, que vamos a estar tan cerca, me hace poner nerviosa. Mi hermana tenía razón, debí tener algún novio durante estos años, así no me sentiría tan nerviosa por el contacto que pueda haber entre nosotros. Entre mis pensamientos he bajado mis brazos para acercarlos de nuevo a mi cuerpo porque me apena la idea de estar tan cerca de él.

Parece que no está acostumbrada a dañar su piel, no es que yo guste de infringirme dolor o esas cosas, pero en el trabajo o incluso la escuela es normal ganar unas cuantas heridas. Miro sus raspones como me lo indica, creo que está a punto de llorar. Ah, ahora en verdad lo hace, encaja muy bien con la imagen superficial que me hice de ella.

-Tranquila, es algo que se quitará en un par de días –mis respuestas no tienen ese tono de voz confortante que las personas esperan, o amable, nada, simplemente es como un texto mal leído- te ayudaré a ponerte de pie.
La manera en que estira sus manos la hace ver realmente como una frágil princesa, ¿espera que la cargue en brazos?, ojalá no porque no pienso hacerlo, la ayudaré, sí, pero tampoco pienso acompañarla hasta su casa y darle más tratos de los que requiere, eso podrá hacerlo alguien en su casa, simplemente la subiré a un taxi.
Como ha bajado sus brazos ahora le indico que uno debe ir por detrás de mi espalda, o donde pueda sostenerse, pienso que está exagerando pero no tengo ganas de darle un sermón sobre lo frágil que se ve, además no la conozco, no puedo asegurar si le duele o solo está falta de atención.
-¿Te irás en taxi o alguien va a venir a recogerte?, creo que primero deberías sentarte en una banca para verificar tu tobillo –pero no la hay, y ahora que lo pienso ¿qué haré con mi bicicleta?. Qué fastidio, podría haber pasado de largo, pero bueno, ya que estamos en esto parece que la bicicleta tendrá que quedarse tirada. Paso mi brazo por su cintura. Huele bien, como a rosas, como suele oler la gente de su clase, y también su cabello pega suavemente en mi.

Asiento por sus palabras de que en unos días se pasará. No es que nunca haya pasado por algo así antes, con la hermana que tengo, terminé con varios raspones en la infancia, pero luego al ver como mi madre la regañaba por mi, preferí ser mucho mas cuidadosa.
Pero aunque se vaya a quitar en unos días ahora mismo me duele mucho, mis manos arden al igual que mi rodilla y mi tobillo.
Estiro mi mano con inseguridad para rodear su cintura, pero no puedo usar mis manos con normalidad porque me duelen, además que la idea de abrazarlo me pone demasiado nerviosa, así que como puedo, acomodo mis dedos estrujando un poco su ropa, pero así limito un poco mas mi contacto con el y aun así mi rostro seguro es as rojo que un tomate. ¡dios si Karin me viera seguro se reiría de mi! Al intentar levantarme solo siento como mis dedos hacen presión en la parte lastimada de mi mano y suelto un quejido.
-¿puedo... apoyarme de tu hombro?- pregunto un poco tímida -así me dolerá menos- digo sintiendo mi corazón en la garganta. Claro que el es mas alto y tal vez no sea muy cómodo pero creo que me dolerá menos.

Cuando me ayuda a ponerme de pie, ha rodeado mi cintura. El me hace aquella pregunta y yo estoy tan nerviosa. Trago la saliva de mi boca para tratar de aclarar mi garganta.
-llamaré a mi hermana para que venga por mi- le digo tan normal como me es posible mientras miro un poco a todos lados tratando de encontrar donde sentarme -¿donde me siento?- cuestiono buscando dando un par de saltitos apoyada en mi pie que esta bien.
Desde que estamos tan cerca, yo he evitado mirarlo a los ojos, estoy tan nerviosa que si lo miro creo que solo seré aun mas desastrosa. Pero de reojo no puedo evitar mirar sus labios en varias ocasiones.
-Takabe- le hablo muy bajo y sin darme cuenta que ahora le estoy mirando sin nada de discreción, ese mirarle de reojo ahora es mirarle de manera directa que sigue la linea de sus labios una y otra vez -¿que?- digo como saliendo de mi trance y mirando sus ojos de nuevo -yo puedo sola- digo de repente soltándome de él de manera tan brusca que al estar apoyada en un solo pie me tambaleo, mis manos vuelven a estrujar su ropa en un reflejo por no caer y me he vuelto a lastimar y apoyo mi frente en su pecho, siento como mi cuerpo tiembla, no se si es por el clima, por el dolor que he sentido o por lo nerviosa que me tiene el estar con él -me gustas- declaro casi tartamudeando. Yo se que él solo me va a rechazar, se que lo hará, por eso llevo tanto tiempo solo mirándole desde lejos, pero las palabras solo han salido.

Tal vez cualquier chica se avergonzaría de caer, ella lo parece. Creo que en general las personas se preocupan más por el qué dirán en estas situaciones que su propio estado, a menos que sea muy malo entonces pasan a ignorar ese golpe en forma de anécdota que por alguna razón les hace reír. Pero a mi no me ha  dado gracia, si no me hubiera dado la lata de café, o más bien si no fuera clienta en mi trabajo habría pasado de largo.
-Sí, claro –afirmo a su petición. Ella se sostiene como puede e intento dar un paso una vez se acomoda, pero parece en vano, además llamaría a algún chofer, creo que de verdad le veo como una princesa- no sé, parece que no hay alguna banca cerca –miro alrededor para escanear el entorno, solo veo las calles. Podría decirle que en el filo de la acera pero no creo que quiera, no está en una situación donde deba negarse pero seguro lo hace, y de ser el caso en primer lugar yo tenía que haberla dejado en el suelo.

Escucho mi nombre de nuevo y me giro a verla, ¿cómo se lo aprendió? Sí, por mi gafete pero no es un apellido común, supongo que la regularidad de venir al café.
-¿Qué? –respondo mientras ella me mira… ¿demasiado?. No soy la clase de hombre que se dé mucha importancia, estoy consciente de mi físico y que a veces levanta cuchicheos en mi trabajo, pero así puede hacerlo algún otro de mis compañeros, nada extraordinario. Y aún así ella me sigue mirando y luego reacciona como si yo fuera quien hace presión con la mirada en ella, ¿qué pasa con esta chica?- ¿Disculpa? –no la entiendo, parece dolerle el pie y ahora dice que puede andar sola, y sin embargo termina de nuevo tambaleándose al frente,la solté por un momento solo para terminar sosteniéndola por los gombros, en una posición incómoda para ambos que me hace soltar un chasquido. Y no solo eso, ahora termina diciendo esa frase extraña, ¿yo le gusto?.

¿Acaso está fingiendo?, aunque sus raspones se ven reales, no creo que llegara tan lejos solo para tener algo de contacto conmigo.
-Ah –no se me ocurre algo más por decir, no tengo la obligación de rechazarla y mucho menos aceptarla, porque no la conozco, ni ella a mi y aún así dice esa frase irresponsable. No me gustan las personas que superficialmente ponen sus ojos en alguien más esperando una respuesta positiva, así que ignoro su confesión ahora incómodo y concentrado en buscar donde ella se pueda apoyar.
-No creo que encontremos  una banca cerca –la empujo hacia el frente para que deje de recargarse en mi pecho- te subiré a mi espalda, has tu llamada y te llevaré de aquí a la farmacia para que compres lo que necesites mientras llega tu hermana.

El que el me pregunte ese "¿qué?" hace que yo salga de mi ensueño, y no hago nada mas que comportarme como una idiota, ¿desde cuando soy tan patosa? es como si con él perdiera la capacidad de pensar como una persona normal. Es por lo mucho que me gusta, nunca me había pasado y ahora solo se como sobrellevar esa clase de emociones.
Si, si me han gustado mas chicos, pero jamás como él. Nicolas es tan diferente a cualquier otro chico. La primera vez que lo vi solo pensé "que lástima que un chico vista esa clase de ropa", la segunda vez, lo reconocí de nuevo lo recordaba pero ya no pensé igual sino "creo que la ropa le luce bien sin importar su calidad", para cuando me di cuenta, en mi libreta de diseños, el dibujo del modelo de la ropa masculina, era como él,  bueno nadie podría saberlo, solo yo, pero era él.
Así que comencé a querer acercarme, saber si tenía novia, no iba a arriesgar a un rechazo, y cuando me di cuenta los días pasaron y luego los meses, y cada vez me era mas difícil armarme de valor,  me convertí solo en esa admiradora que siempre esta cuidando de él. Porque a mi manera lo hago, cuando lo estudia suelo regalarle café para que pueda resistir mas tiempo y estudiar. Cuando veo que esta cansado le dejo entonces alguna bebida energética... soy una tonta, no importa mi apellido cuando se trata de él, yo solo me convierto en este manojo de nervios que no sabe mirarlo a la cara.

Mis ojos se humedecen pero no lloró, pero duele que el solo no diga nada, al menos debería rechazarme para que así me deje sin esperanza alguna. Siento como me aleja de él y yo solo mantengo la cabeza baja, no puedo mirarlo, he sido tan idiota.
Asiento por lo que dice y meto mi mano en la bolsa de mi saco, hago un gesto por el dolor de mi mano tocando la tela de mi ropa pero aun así saco el aparato y marco a papá, porque se que el mandará a alguien de inmediato.
-hola... aun o estoy en casa... ¿puedes mandar un auto por mi?- pido tratando de ocultar lo afectada que me siento, pero no, papá parece darse cuenta de inmediato, así que solo trato de hacer que no se preocupe por mi, así que comienzo a sonreir a hablar mas animada, pero un par de las lágrimas que contenía salen pero aun así yo no salgo de mi papel de "estoy bien papá, solo se me hizo tarde y me da miedo regresar sola". Cuando termino la llamada el me manda el número de uno de los empleados de su empresa para que yo le mande mi ubicación.
-entonces a la farmacia- digo bajando de nuevo la mirada para ocultar mi rostro, y trato de prepararme mentalmente para lo que viene. "El solo es amable, el solo es amable" me repito una y otra vez para mantenerme en calma -mandaré la ubicación cuando esté allá.

Espero que haga la llamada que corresponde mientras visualizo el camino, ahora que lo noto no es como si la farmacia estuviera tan cerca, y yo he dicho que la voy a cargar. Sería más sencillo esperar en este sitio a su familiar y que él o ella la lleve, pero no puedo retractarme.
Cuando termina de llamar  regreso la vista a ella, creo que está llorando. Esto es muy incómodo, y mi idea lo complicará más.

-Entonces, te cargaré –mentiría si dijera que no estoy nervioso, pero es de una forma extraña. No por sentirme intimidado o en una situación parecida a lo romántico, es porque ella parece  afectada y eso me resulta molesto. Ya sé que cualquier chica tendría un gesto similar aún cuando no se tratara de mi, pero ¿no pudo esperar a estar a punto de irse para decirlo?. Me agacho y pongo las manos tras mi espalda esperando que ella se acomode- apóyate en mis hombros, voy a tomar tus piernas, lo siento si resulta desagradable –no tengo problema con tocar la piel de una chica, es una situación de emergencia, supongo que mis hormonas no están tan alocadas como las de otros.

Me levanto con dificultad tambaleándome un poco, sosteniendo bien sus piernas y mentalizándome para resistir el camino, por la fuerza y porque ella no lo malinterprete a su favor.
No pesa demasiado, y sin mucha prisa comienzo a caminar por la banqueta, ojalá al regresar mi bicicleta esté en su lugar, al menos debí acomodarla para que se piensen dos veces antes de llevársela. De fondo solo se escucha el sonido de la noche, insectos, algunos autos pasando. Este tranquilizador silencio es lo que más disfruto al regresar a casa. Pero he recordado algo y la curiosidad me hace romperlo.
-De casualidad –pregunto sin dejar de caminar- ¿tú eres la persona que me deja bebidas? –con lo que me dijo hace un rato no sería extraño, y si no lo es entonces, ¿quién más?, y ¿por qué?, aunque debo decir que al ser cosas que me gustan, siempre termino consumiéndolas.