Enfermo -Ivan Scarsi_ +18

Ya han pasado semanas desde la última vez que hable con Ivan, cuando desesperado recurrió a mí en busca de apoyo ante su desconsuelo y yo lo único que hice fue imponer mis sentimientos de manera tan egoísta. Desde entonces y apenas hemos intercambiado palabra, un saludo esporádico y unas cuantas palabras cuando compartíamos alguna cena con nuestros padres que pensando que creen que nuestro distanciamiento es producto de una pelea común entre hermanos.

Todos los días al levantarme y verme al espejo me prometo a mí mismo ser honesto y dejar de vivir esa mentira que me ha atormentado durante años, pero cada que sonrió a un chico, no puedo evitar pensar que seguro me juzga asqueado de que un hombre esté interesado en él. Invitaciones a salir también he rechazado varías, tanto de mujeres como de hombres, no me siento cómodo por ahora aunque en el fondo sé que debería intentar olvidar ese amor infructuoso que siento por mi hermano.

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Es raro que Iván se enferme, no recuerdo a ver conocido a un niño con mejor salud que él, sin embargo cuando la enfermedad logra instaurarse en su cuerpo, cae en cama completamente abatido y hoy es una de esas ocasiones. Papá y mamá como ahora es costumbre están de viaje, confiados en que sus dos hijos ya están lo suficientemente grandes como para cuidarse solos, salen con total confianza; así que ahora con mi hermano menor tumbado en la cama, debo ser yo quien se haga cargo de cuidarlo.

Intento bajar la fiebre con compresas de agua fría, sin embargo no logro que ceda, estoy preocupado y varias veces he intentado llamar a un médico  pero me niego, al final egoístamente en lo único que pienso es en pasar tiempo con Iván, ahora que no puede huir de mi lado
- ¿Quieres que te traiga un vaso con agua- pregunto mientras mojo la compresa y la depósito de nuevo en su frente. Quisiera hablar más con él, pero ahora que parecemos un par de desconocidos, simplemente no encuentro que palabras utilizar.

Mi cabeza duele demasiado, la luz me lastima y los movimientos también, mi garganta no se queda atrás, pues el solo tragar mi propia saliva me produce dolor, tengo fiebre y mis labios se han roto por ello así que me arden un poco, y respirar se me dificulta demasiado por causa de la congestión de mis vías respiratorias. Mi mecho esta a dolorido del esfuerzo que tengo que hacer para respirar.
Por todo eso odio estar enfermo, tengo que pasar mi tiempo en cama porque mi estado es lamentable. No puedo dormir bien por lo mal que me siento, pero tampoco puedo hacer nada por todo el sueño que me producen las medicinas y el cansancio producto de mi enfermedad.

Mi respiración se mezcla con un sonido de dolor causado sentir esa horrible sensación en mi frente.
-Duele- digo sin siquiera poder abrir mis ojos y deseando que la sensación en mi frente deje de ser tan molesta -tengo mucho frío- estiro mi mano a tientas para buscar taparme aun mas con las cobijas de mi cama. Quiero hacerme muy pequeño para que el frío se aleje.
-si- respondo a la oferta sobre el agua. Con mi mano tomo la compresa y la quito de mi cabeza, la sensación horrible, una completa tortura para mi piel y no esta ayudando en nada, la fiebre no me abandona.

Me recuesto de lado quedando en posición fetal, lo único en que me puedo concentrar ahora es en el sonido de mi respiración. Toso un par de veces pero intento controlar ese acto porque me duele la garganta, si toso demasiado se que podría terminar vomitando. Porque así, es como yo me enfermo, una simple gripe a mi me tumba en la cama de esta manera, al menos tengo suerte de que no me enfermo casi nunca.

Mis padres han salido y Salvatore es quien me cuida. La enfermedad me aqueja tanto que no tengo ni siquiera fuerza para decirle que me deje solo. Estoy completamente atontado por la medicina. Un poco mas de tos me hace moverme con brusquedad en la cama. Tomo mi cuello con mi mano buscando un poco de alivio para mi tos y el dolor a causa de esta.

Cuando Ivan era más pequeño no tenía ningún problema en cuidarlo, lo único que deseaba era que pronto se pusiera bien para volver a verlo sonreír y jugar, ahora quiero que se reponga para volver a esa terrible rutina, en la que nos hemos vuelto un par de desconocidos.
-Es para ayudar a bajar la fiebre- le recuerdo, aunque el parece no estar muy contento y la fiebre no baja, y la medicina que le di tampoco parece estar haciendo el efecto adecuado.
-Es normal que tengas frío, tienes la fiebre muy alta- le explico como si no fuera algo bastante obvio y detengo su mano sujetándolo por la muñeca –no debes taparte más o aumentará la temperatura- lo reprendo con suavidad, en estos momentos sólo me interesa que Iván esté bien.
-Te la traeré enseguida- le indicó y me levanto  para salir de la habitación e ir a la cocina por el agua.

Al volver veo a mi hermano tosiendo y quejándose por el dolor, me acerco lo más rápido que puedo sin derramar el agua y dejó el vaso sobre el escritorio, para enseguida sentarme en la cama justo a su lado, sobando su espalda como si eso fuera a darle alguna clase de alivio.
-¿Quieres que vayamos al hospital?- le pregunto sin estar completamente seguro, sé que por evitarme es capaz de preferir estar en un hospital que a mi lado. Aunque sé que no puede hablar por el dolor, siento la hostilidad proveniente de su parte, ni siquiera me ha mirado en todo este rato, comienzo a sentirme realmente incómodo con esta situación.

-Sé que este no es el mejor momento para hablar, pero si no aprovecho ahora estoy seguro que no querrás escucharme- le digo, negándome a mirarlo –quiero pedirte perdón por lo del otro día. Sé que estás muy molesto conmigo y que ahora debes querer que me vaya pero no voy a dejarte solo. Ya me equivoque una vez y no lo haré dos veces- le dejo en claro, aprovechando que no va a reprocharme gracias a la molestia en su garganta –No volveré a imponer mis sentimientos de esa manera…- suelto un suspiró y me dejo caer, recargando mi frente en su espalda, no sé qué más decir, al final todo lo que diga o haga terminará por molestarlo.

Aunque lo he intentado una y otra vez no he podido olvidar el toque de sus labios, sus manos acariciarme, y aunque en ese momento sólo hubiera sido un sustituto o un objeto dónde descargar sus frustraciones no me hubiera importando. Ahora al menos quisiera que me hablara, sin que sea por obligación.

Se que tengo frío por la fiebre, no soy idiota, pero en mi estado no puedo ser la persona mas elocuente para hablar, es como si mi cerebro deseara exponer lo mal que me siento, enunciando las cosas que siento ahora. Son cosas obvias pero necesito decirlas.
El me detiene cuando intento taparme, no tengo mucha energía para oponerme. No es que ahora sea un debilucho, incluso en este estado se que podría deshacerme de la mano de Salvatore y tapar mi cuerpo. Pero me siento cansado como para ahora hacer algo así. Respiro pesadamente con la resignación de aceptar lo que dice.

Siento su mano en mi espalda y poco a poco mi tos se calma.
-mm, no- así como casi no me gusta enfermar tampoco me gusta visitar los hospitales, cuando voy siento que me enfermo aun más.

Salvatore empieza a hablar, ¿por que ahora? no tengo fuerza para poner atención a todo lo que dice, y mucho menos para poder contestar o quejarme.
Creo que se está disculpando pero aunque he escuchado todas sus palabras, seguir su linea de pensamiento me cuesta.
Suelto un quejido al sentir algo en mi espalda, mi cuerpo esta adolorido.
-tengo frío- comento sin mucha fuerza, como esperando que esta vez me deje cubrir mi cuerpo. Así que de nueva cuenta busco a tientas las cobijas y las jalo para cubrirme -solo unos minutos- digo siendo como mi cuerpo se estremece por el frío que tengo y me aferro a las cobijas.
El cansancio me vence de nuevo y me duermo casi de inmediato en que las cobijas me ha cubierto un poco, aunque no me han dado alivio, simplemente mi cuerpo no resistía más, es como si decidiera apagarse para cargar un poco de energía.

Mi primera oportunidad de acercarme a Iván en mucho tiempo y no puedo hacer nada con ella más que verlo quejarse, su fiebre tan alta apenas lo mantiene consciente, quisiera decirle tantas cosas, hacer tantas cosas pero si me aprovecho que ahora no puede casi ni moverse, estoy seguro que me odiará más que antes y habré perdido la mínima oportunidad que tenía para acercarme a de nuevo a él.
-No iremos entonces, sólo descansa- sé que odia los hospitales aunque desconozco la razón, quizás sólo sea por vanidad de sentirse fuerte o simplemente lo haga sin ninguna razón.

Soy un cobarde al decirle todo esto ahora que está tan débil y cansado que seguro y apenas ha escuchado todo lo que le he dicho, pero no puedo atreverme a decirle algo de frente, tengo miedo a su reacción y más que nada a su rechazo.
-Ya dije que es normal, pero no puedes cubrirte mucho o aumentara tu fiebre- le reprendo volviendo al tema, es absurdo regañarlo sólo para cambiar el tema, debo aprender a ser un hombre más firme con mis palabras, cuando se trata de la persona que amo.
Sin darme cuenta o más bien por estar preocupado por otros asuntos, Ivan se cubre de nuevo y mi reacción se vuelve realmente lenta –No Iván, no puedes- insisto sin ser capaz de descubrirlo.

Los minutos pasan y yo me mantengo a su lado, satisfaciendo su capricho. Una vez que se queda dormido, sonrió y acaricio su frente, es entonces que me doy cuenta que su temperatura ha aumentado, si no hago algo podría ser peligroso. Lo primero que se me ocurres es quitarle las cobijas de encima, su ropa está bastante húmeda por el sudor, por lo que deberé cambiarla por ropa seca y fresca. Me apresuro a ir a su armario y busco una camiseta de algodón, vuelvo a dónde mi hermano y le sacó la ropa de la parte superior húmeda para cambiarla por la camiseta, en cuanto a la parte baja, sólo le quito los pantalones y traigo sábanas limpias para cubrirlo. Con todo esto lo veo temblar tanto que se me parte el corazón pero no hay nada que pueda hacer, sólo me inclino sobre la cama, con las rodillas sobre el piso y mi cabeza descansando en mis brazos sobre el colchón, esperando que la fiebre baje y mi amado Iván despierte.

Es horrible quedarse dormido y aún así sentir que nonse descansa. Pero eso es algo que siempre pasa cuando me enfermo.
Me siento extraño, con mucho movimiento, intento abrir mis ojos, veo una silueta borrosa y siento mucho frío. De mis labios escapan algunos quejidos pero no logro terminar de despertar, al contrario vuelvo a quedar inconsciente.

De nuevo intento abrir mis ojos, veo borroso pero identifico a Salvatore. Relamo mis labios que están secos igual que ml boca.
-agua- articulo la petición con mis labios. Odio esta desesperación por no poderme sentir mejor. El frío y el dolor aunado a mi estado poco consciente por causa fr lsd medicinas.


-sube a la cama- toso un par de veces luego de hablar. Seguro que por esa posición le empezaría a doler las rodillas. Estiro mi mano y la pongo detrás de su nuca y lo jalo esperando a que se acueste a mi lado y luego me pegó a el esperando así tener un poco del calor que necesito - abrázame, tengo mucho frío- digo con tono agotado por mi malestar y esperando que acceda, necesito calor.
Me abrazo a Salvatore y mis manos se mueve con torpeza buscando entras bajo si camisa, buscando así cobijo entre su piel y su ropa. Eso me alivia un poco y de nuevo paso a estar entre dormido y despierto, demasiado inconsciente como para tener voluntad, pero demasiado despierto como para no poder descansar.

Es tan triste conformarme con sólo verlo y ahora que está enfermo tener que cuidar de él como si nuestra relación fuera la de dos hermanos, aun pienso que soy un hombre terrible, más cuando pienso que si en vez de haber dejado pasar el tiempo y que Iván creciera hasta casi ser un adulto, hubiera aprovechado para acercarme más cuando era más joven, volverlo dependiente de mí y ahora no tendría que sufrir por sus rechazos. Pero preferí esperar y confiar que él podría amarme por propia voluntad, después de todo me ha demostrado que puede querer y desear a un hombre.

Lo veo quejarse y retorcerse por el frío, me siento un inútil al no poder aliviarlo pero no hay nada que pueda hacer más que esperar a que las medicinas hagan efecto. Comienzo a quedarme dormido también, no me alejaré hasta que se sienta mejor, aunque me pida que me vaya no lo dejaré.

Apenas lo escucho cuando me pide que suba a la cama, incluso por un momento pienso que eso sucedió en un sueño, si no fuera porque el escucharlo toser me ha espantado el sueño. El sentir su mano sobre mi nuca, jalándome, me ha hecho darme cuenta que lo que escuche era real, mi corazón se ha acelerado, es un tanto cruel sabiendo que me gusta pedirme que me acueste a su lado. Sin oponer resistencia no tardo en subir a la cama y acostarme a su lado
-¿Quieres que te abrace?...- preguntó temeroso de haber escuchado mal, aún así con bastante duda en mis acciones lo rodeo con mis brazos –Pronto estarás bien- le susurró intentando calmarlo. Sus manos explorando bajo mi camisa me tomaron por sorpresa, mi corazón comenzó a latir mucho más rápido y mi piel se siente casi tan caliente como la suya -¿Por qué haces esto?- recargó mi frente sobre su pecho –sabes lo que siento por ti… puedes tocarme tanto como quieras- no me importa ser utilizado si es él quien me utiliza.

Al menos el no opone resistencia y accede a recostarse en la cama conmigo.
- si- respondo ante su duda.
La fiebre, la medicina todo mi malestar me convierte en una persona  muy poco racional, todo lo que no soy la mayoría del tiempo, ni siquiera luego de haber tomado Sou tan infantil e inconsciente en  mis acciones.
Me dejó envolver por sus brazos y buscando que el calor de su piel se vuelva mío, quedó dormido de nuevo.

Sigo sudoroso pero creo que ls fiebre a comenzado a calmerse. Mi respiración irregular no es lo único que escucho. Al abrir mis ojos me doy cuenta que estoy con alguien, muy pegado a mi. No es Yuna porque ella es de figura más pequeña. Me gustaría decir que le reconozco por el aroma, pero la verdad apenas y logro respirar por la boca.
Luego dr unos segundos que ya he abierto bien los ojos lo veo. Se trata de Salvatore ¿por que está acostado conmigo?
Estoy lleno de sudor ¿es acaso que no le da asco? Supongo que me ha estado cuidando.
Su piel se siente caliente igual que la mía ¿sera que ha enfermado también?
No se que decirle, aunque mi fiebre ha bajado y es mucho más tolerable aún me siento afectado por ella, y las medicinas odio tomarlas, me hacen sentir tan pausado, como si viviera todo más lento.
Sus ojos son realmente hermosos, me encanta el color que tienen y son tan expresivos. Sus labios estan tan cerca y recuerdo lo agradable que fue el besarlos.
- Quiero más calor- digo sacando una de mis manos de entre su camisa y la pongo en su cuello paraataerlo a mi besar su apetecible boca. Al comienzo es incómodo y me arden los labios por lo rotos que están a causa de la fiebre, pero busco que su saliva alivie lo que siento. Mi otro brazo que sigue en su torso busca hacer que su cuerpo se pegue aún más a mi.

Aunque me hace sentir más tranquilo que el confirme que desea lo abrace, también me intranquiliza saber que en cualquier momento puede recordar lo que pasó antes y echarme de su lado, de seguro debería sentirse incomodo de estar junto a la persona que se le ofreció como una cualquiera, aprovechándose de su dolor.

Es tan injusto y cruel que haga esas cosas cuando sabe que lo amo y lo deseo tanto cómo lo hago, mi garganta se ha secado y siento un nudo que apenas y me deja respirar, sentirlo tan cerca y a la vez tan cerca me hace sentir feliz y triste a la vez. Sí no fuera porque nuestros padres no están y porque ese niño aunque lo niegue necesita a alguien a su lado que le mime y apapache estando en un estado vulnerable, seguiríamos siendo ese par de desconocidos en los que nos habíamos convertido, él guardándome rencor y yo tratando de olvidarlo.

Seguro voy a enfermarme también y dudo mucho que él cuide de mí, aunque me haya contagiado al cuidarlo. No puedo sentir más que su cálida piel y la forma en que se aferra a mí tan desesperado en busca de calor, quisiera que así fuera siempre, pero por ahora deberé conformarme con sólo esté momento. El sudor de su cuerpo ha comenzado a humedecer mi ropa y en los lugares que se alejan de su calor se siente un poco de frío que espero no sea síntoma de enfermedad.
-No voy a cubrirte con las cobijas- le advierto cuando pide más calor, si pudiera ser capaz de generar más calor, lo haría sólo por él.  

Es entonces que una acción inesperada ocurre, aunque lo deseará no me aprovecharía de la condición de Iván porque no quiero que me odie más, pero si es él quien lo inicia quiere decir que tengo un pretexto, tengo una oportunidad. Sin pensarlo un momento y dejando de lado toda razón correspondo su beso, el cual resulta tan embriagante, sólo me despego un momento para lamer sus resecos labios buscando humectarlos y luego vuelvo a su boca, como si buscara acariciar su garganta con mi lengua. Estamos tan pegados que comienzo a excitarme, estúpido cuerpo lascivo que suplica por su propia autosatisfacción, mis brazos a su espalda comienzan a moverse hacia arriba y hacia abajo, buscando su cuello y enredar mis dedos entre sus cabellos rubios.

Ni siquiera escucho lo que me dice, ¿era algún tipo de reclamo y reproche? No, él no me diría nada así, él siempre es bueno conmigo, tan amable y complaciente desde que tengo memoria. Mi primo favorito por sobre todo le mundo. Recuerdo que me encantaba ir de vacaciones porque así podría jugar con él, sus ojos y sonrisa eran tan bonitas desde entonces. Yo fue luego que Adel se sumó a mis razones para ir de viaje. Sal atore era muy grande para jugar conmigo, mis padres decían que debía de no ser una carga para mis primos. Que a los mayores no le gustaba jugar a lo mismo que yo, pero a Adel si.

Su lengua da a mis lastimados labios el consuelo que buscaban. Me gusta como se siente su saliva, incluso su sabor.
-Esto está mal, detente- dice una voz muy a lo lejos en mi cabeza, pero no quiero escucharla, no quiero saber nada, solo besarlo, eso me hace hasta olvidar un poco los malestares a causa de mi condición.

El movimiento de sus manos se siente demasiado, pero ya no duele el tacto con nada. El frío estar terminando por desaparecer, ¿Acaso Salvatore es la mejor medicina para mí? si estuviera en mis cinco sentidos solo me burlaría del pensamiento que acab de temer, pero ahora me gusta, realmente aunque sigo sintiéndome mal, ya no me importa tanto porque esa pizca de placer que siente mi cuerpo comienza a crecer de poco a poco.
Me gustaría ponerme encima de él quitar la ropa llena de sudor, pero me siento tan débil aún que apenas logró dar algunos tirones a su camisa y me rindo.
El calor sobre mi cuerpo se hace algo más real, he pasado de un horrible frío a un calor que sale por cada poro de mi cuerpo y mi aliento que con contra el de él.
Puedo sentir contra mi cuerpo como él se va excitando y lo mismo conmienza a pasar conmigo. Algunos jadeos se escapan de mi boca, mi garganta ya no duele tanto a causa de la medicina, me gustaría que no doliera nada para poder disfrutar plenamente de sus besos.

Sé perfectamente que Iván no me ama que otra persona ocupa su corazón, esa persona por la que ha sufrido durante años y que ha provocado que él se moleste conmigo, además también sospecho que sale con alguien, lo he visto llegar en las tardes, más arreglado de cómo cuando sale con ese niño salvaje de Souta, e incluso una vez me pareció ver un ligero tono de lápiz labial en sus labios, podría ser cualquiera, encuentros casuales o quizás tener una novia. No sé nada de él, más que él no me ve de la misma manera en que yo lo hago, que no corresponde mis sentimientos, soy su primo, ni siquiera su hermano.

Me he perdido en sus besos, si pudiera ir todavía más lejos que sólo tener su boca. Que me importa que no me ame si puedo ser suyo y el mío aunque sea por un instante, aunque antes se lo dije no creo en el sexo hecho por amor, ya que jamás lo he tenido siempre ha sido unilateral intentando compensar con placer la ausencia de sentimientos aunque está vez soy yo el que ama sin ser correspondido. Sólo me separó por pequeños lapsos para dejarlo respirar en los cuales dejo pequeños besos en la comisura de sus labios y en la barbilla.

Me hubiera conformado sólo con sus labios, pero soy un hombre terrible, así que al sentir como tirar de mi camisa no dejare desaprovechar mi oportunidad, aunque sus manos están tan débiles que no logran más que arrugarla un poquito. Sonrió insatisfecho y yo mismo me encargo de desabotonarla descubriendo mi pecho aunque sin sacarla por completo. Aun contra la ropa logró sentir la reacción de la parte baja de su cuerpo, me alegra saber que le gusto lo suficiente como para despertar su deseo. Muevo mi cadera con suavidad y cierto descaro, golpeando su pelvis con la mía haciendo evidente mi incipiente erección –Iván- susurró su nombre –quiero aliviar tus males- le digo mientras paso una de mis manos a su pecho y acaricio sobre su corazón.

Él comienza a desabotonar su camisa y ya a miro sus movimientos, tiene todo lo que hace me parece tan sensual, ¿siempre ha sido asi? ¿Cómo es que apenas es que me doy cuenta?
Me cuesta creer que en realidad las personas duden sobre mi sexualidad, si, es verdad que suelo poner más atencion a las mujeres,mpero ahora mismo no puedo más que sentir cautivado por Salvatore.

Dice mi nombre y mi corazón se acelera, aún sigo escuchando esa vocecita a lo lejos -deténte, esto no está bien, te arrepentirás si no te detienes ahora- pero no me importa, me gusta lo que estoy sintiendo, así que solo sigo ignorando a mi.
Suelto un jadeo cuando se pega más a mi, y yo mimo empezó a mover mis caderas en un movimiento constante y cadencioso.
Busco sus labios luego que ha dicho esas últimas palabras. Yo quiero buscar el alivio a mis males como él lo ha dicho.
-Te deseo- confieso jadeante contra sus labios. No comprendo el porque lo he dicho, porque es obvio que lo hago, la turgencia en mi entrepierna es la clara muestra.
Mi lengua explora su boca, entra y sale, acaricia y saborea. Tal vez es el beso más húmedo y posiblemente en otra ocasión me parecería un poco asqueroso, pero ahora no es el momento.
Me siento desesperado, mi lascivo beso es acompañado por mis débiles pero ansiosas manos que se enredan en sus cabellos, que bajando por su cuello y pecho jugando un poco son sus pezones, luego siguen su recorrido hacia la espalda de Salvatore, subiendo está la nuca y bajando hasta el inicio de su pantalón.
Mi pecho comienza a doler a causa de lo agitado que me siento pero no quiero detenerme, no quiero que esto termine. Pero tengo que separarme de él apoyo mi frente en su pecho mientras tengo otro pequeño ataque de tos. Me aferro en un abrazo a él para que los espasmos de mi cuerpo no me hagan mover tanto. Poco a poco me voy calmando, mi aliento choca contra su pecho, mi ereccion ha perdido fuerza a causa de la tos y del cese del estímulo.
Su piel se siente tan suave contra mi frente, que mi dedos se alejan de su espalda pasando por su vientre. Mis labios besan su pecho dejando que mi lengua humedezca el área. Mi mano sube y busco descubrir su hombro, y mis dedos se entierran un poco en su piel sin dejar que mis uñas le hagan daño. Busco su pezon, lo regodeo con mis labios, mi lengua juega un poco, lo succiono suavemente. Mi otra mano sigue en su espalda y es cuando apenas me hago consciente de que aunque es tersa al tacto, se siente un poco irregular. No sé de dónde he sacado fuerza. Me he sentado de golpe y sin importarme mucho ser delicado he puesto mi mano sobre su cabeza para que no se mueva y he jalado su camisa para dejar al descubierto su espalda. Trago de golpe la saliva en mi boca ¿cómo pudo hacerse algo como esto? Lo suelto aún afectado por lo que acabo de ver.
- ¿por qué?- pregunto entristecido dejándome caer sobre su espalda, y abrazándolo con necesidad.

Ni siquiera me detengo a pensar en mis acciones, simplemente actuó por mero impulso, no se supone que haría esto, mis verdaderas intenciones eran cuidar de mi hermano enfermo, aun no sé cómo fue que todo terminó así, pero si está vez fue el quien lo inicio no debe haber ningún problema, ¿Cierto?.

Tal vez después me arrepienta, tal vez él culpe a la fiebre y yo sin tener a qué culpar terminaré por castigarme y evadir las consecuencias de mis actos, sin embargo ya pensaré en ello después, por primera vez en mi vida quiero dejarme llevar por hacer algo que he deseado durante tanto tiempo. Qué el me acompañe en esa danza de autosatisfacción y excitación m hace olvidar todos los pensamientos negativos, haciendo que incremente el ritmo de mis movimientos en búsqueda de más sensaciones, incluso mis manos inquietas recorren su cuerpo sobre la húmeda ropa.
No esperaba escucharlo decir eso, ni siquiera en mis más íntimos sueños habría imaginado que así sonaría, y con esa voz ronca por la tos y el malestar, se ha escuchado mucho más sensual. Mis mejillas se han puesto completamente rojas, tanto por la excitación como por la vergüenza
-Yo también… quiero hacerlo- le respondo con voz temblorosa y apenas inaudible, dando mi autorización de continuar. Aunque debo admitir que tengo tanto miedo de hablar y echar a perder este momento. Mis temores se disipan cuando de nuevo asalta mi boca, ni siquiera yo recuerdo haber besado así antes, me pone celoso pensar de dónde habrá aprendido esas cosas este niño, aun así correspondo tratando de mantener ese embriagante ritmo, devolviendo sus caricias con mi propia lengua, comienzo a sentirme mareado por el éxtasis. Ya suaves jadeos e insipientes gemidos se cuelan de mi boca producto de sus caricias, en especial cuando toca mis pezones que han resultado ser especialmente sensibles.

Me preocupa un poco ese ataque de tos, y las dudas me invaden de nuevo, sin embargo acaricio su cabeza y la beso repetidas veces mientras él se aferra a mí. Cuando el retoma las caricias y al sentir sus manos sobre mi vientre y sus labios sobre mi pecho, arqueó ligeramente mi espalda echando mi cabeza hacía atrás. Suelto un jadeo más intenso al sentir sus dedos clavarse en mi piel, y cuando su boca comienza a jugar con mi ya endurecido pezón este es intercambiado por suaves gemidos, ahora es mi mano la que se aferra a su hombro, en verdad que esa zona ha resultado ser bastante sensible.
En el momento en que él se levanta e ignorando la razón por la cual se ha detenido un dolor se clava en mi pecho y más ahora que ni siquiera me permite moverme, no es hasta que pregunta el por qué sobre mi espalda y me abraza de esa manera que entiendo porque se detuvo.
-Te lo contaré después. Por favor no te detengas, has que esas cicatrices hayan valido la pena- le respondo en una súplica, desesperado y afligido, si según mi abuela me iré al infierno no me importa si es junto a la persona que amo.

No me agrada lo que veo en su espalda, me siento triste de solo mirar su hermosa piel llena de esas marcas, debió doler demasiado cuando se las hizo. Suelto un suspiro y comienzo a besar su espalda. Desearía que mis labios pudiera borrar cada una de esas cicatrices.
Subo hasta su nuca y beso un poco la zona moviéndome hasta el lateral de su cuello. Me gustaría poder percibir su aroma.
Me lengua comienza a dibujar líneas húmedas en su oreja, trazando cada borde de esta y borrándolo con mi aliento. Muerdo su lóbulo.
El sonido de su voz suplicante no lo puedo olvidar, quiero que se olvide del dolor, así como lo estoy haciendo yo.
Me vuelvo a recostar en la cama para así no cansarme tanto y en el movimiento hago que él se mueva conmigo. Su espalda queda pegada a mi pecho y mis labios se pasean por su hombro, cuello y oreja. el brazo que ha quedado bajo su cuerpo le abraza rodeando su cintura para evitar que se aleje de mí y el brazo que está al otro costado y con libertad de movimiento, se pasea por su torso, subiendo hasta su rostro, acaricio sus labios y dejó que uno de mis dedos entre un poco en su boca buscando llenarlo de saliva, luego de eso regreso a su pecho a jugar de nuevo con sus pezones. Me gustan mucho los sonidos que hace cuando juego con ellos.

Mi mano sube de nuevo por un poco más de su saliva, mientras mis labios besas, muerden y succionan la piel de su cuello. Mi dedo pulgar juega un poco con su lengua y mi mano lo obliga a girar el rostro de lado para poder besarlo de nuevo. Retiro mi mano para que su boca sea por completo de mis labios pero ya no me detengo a la altura de su pecho, mi mano baja hasta su pantalón. Siento el borde de la prenda y mis dedos se abren paso entre la tela y su piel. Luego repito el proceso bajo su ropa interior.
-desabrochalo- le ordenó en un susurro, pues me es incomodo sentir la presión de su pantalón pues no me deja mover con soltura la mano. Mi mano apenas hace unos pausados y suaves movimientos, quiero escucharlo, quiero saber cómo se escucha Salvatore cuando lo toco de esta manera.

Lo que menos quería era que Iván se diera cuenta de esas horribles marcas, por eso no quería quitarme la camisa por completo, son parte de la culpa con la que he cargado durante años, la verdad que trate de ocultar con mentiras. De ser posible no quisiera contarle quién las hizo y mucho menos por que las hicieron, porque yo seguí marcando mi espalda otras veces, ser como soy no es fácil,  el rechazo duele más que los golpes que provocaron esas cicatrices.
Contengo los deseos de llorar al sentir sus labios sobre esas horribles marcas, pero también me alivia saber que no le doy asco a pesar de lo que ve y de lo que soy. Sólo muevo mi cabeza de forma de darle acceso a cada parte de mi cuello, incluso he olvidado que está enfermo, asumo que la alta temperatura en su cuerpo es debido a la fiebre. Mi respiración se vuelve entrecortada, cierro los ojos para concentrarme en las sensaciones que sólo él puede causarme.
El me jala a la cama, él está enfermo y yo simplemente lo dejó hacer todo, pero así como soy fuerte y dominante en los juzgados, siempre soñé con ser dominado en la cama, no recuerdo desde cuando mantengo esa fantasía. Suelto una serie de suspiros ante el recorrido de sus besos, no sabía que le podía gustar tanto, cuando su mano llega a mi boca la abro un poco dejando entrar su dedo, el cuál lamo y beso, bañándolo en mi saliva sin saber cuál será su próximo movimiento. ¡Oh Dios! Ha vuelto de nuevo a mis pezones que apenas son tocados por sus dedos y ya parecen bailar de felicidad y de mi boca sólo salen lascivos sonidos que aumentan cada vez más de intensidad, mientras que mi entrepierna completamente despierta comienza a sentirse asfixiada bajo mi ropa.

Seguro dejará marcas evidentes en mi cuello, las cuales tendré que cubrir para el trabajo, aunque realmente no me importa. De nuevo doy paso a sus dedos dentro de mi boca, humedeciéndolos chupándolos, pensando en que fuera otra parte de su cuerpo la que ahora entra. Un escalofrió recorre por toda mi columna vertebral al sentir sus dedos hurgar bajo mi ropa, aunque se quedan atascados a mitad del camino.
-S… si- estoy nervioso, tanto que me he olvidado de hablar y sólo me puedo dedicar a gemir, es mi primera vez con un hombre, esa que en estos días estuve dispuesto a regalar a cualquiera pero que termine guardando para él. Con manos temblorosas obedezco sus ordenes  desabrocho mi pantalón para darle libre acceso a que me toque cómo él quiera. Mis gemidos se han vuelto más altos en respuesta a sus caricias.